Fausto Polanco y su discurso en el lanzamiento de la obra "Merengueros"

Las palabras del periodista e investigador Fausto Polanco, en la puesta en circulación de su libro titulado "Merengueros".

Durante gran parte de mi vida he sido un amante y abanderado del merengue. En casa, en el trabajo y en el vehículo, el merengue siempre está presente. Esa pasión me ha llevado a motorizar acciones en beneficio del ritmo, como ocurrió en 2006 con la ejecución del concierto Los Merengues del Casandra en este mismo escenario cuando fui presidente de Acroarte. De este hicimos un disco con las 19 canciones que hasta ese momento habían ganado Merengue del Año en los Premios Casandra, hoy Soberano, desde el merengue Chepe, cantado por El Gran Comprés, de 1984, hasta Las avispas, de Juan Luis Guerra, de 2005.

Luego, en 2013, inicié una cruzada de dos meses, apoyada por el Periódico El Día, diario donde laboro desde hace 13 años, para celebrar el Día Nacional del Merengue. El 26 de noviembre de ese año el Altar de la Patria se llenó de sus intérpretes en una ofrenda floral a la que asistieron 67 exponentes del ritmo y logramos que 105 estaciones de radio pautaran merengue durante 24 horas a escala nacional e internacional, entre ellas cuatro en Nueva York, una en Panamá y otra en Colombia.

Esta noche, entrego con mucha satisfacción este libro Merengueros. Aclaro que esta no es la historia del merengue, sino de sus protagonistas; una historia nunca antes contada.

Además, es un libro de consultas, en donde el lector podrá enterarse del número de cantantes que tuvo cada orquesta, los álbumes lanzados y las canciones grabadas.

En este libro no estudio a profundidad a figuras de gran trascendencia como Félix del Rosario, Juan Luis Guerra, Rafael Solano, Primitivo Santos, Cuco Valoy, La Gran Manzana, The New Tork Band y otros íconos del merengue, pues estos y otros artistas serán parte de un segundo tomo de Merengueros.

Durante mis investigaciones pude comprobar la gran cantidad de cantantes que surgieron gracias al merengue, así como las canciones que estos pusieron en el mercado. El impacto del ritmo en la década de 1980 fue superior a lo que hoy podemos imaginar.

Ese merengue tuvo un protagonista tras bastidores: Bienvenido Rodríguez, indudablemente el “disquero del merengue”. El 60% de los intérpretes del género fue parte del catálogo de su disquera Karen Records, la mayoría con notable éxito radial y de ventas. Mientras que un 20 por ciento lo acogió el empresario cubano Mateo San Martín y su disquera Kubaney, fallecido el pasado año.

El mayor auge del merengue ocurrió entre 1983 y 1986, época en que debutaron más de 50 orquestas de renombre. También, otras de menor impacto y decenas de grupos musicales radicados en las diferentes provincias del país, Nueva York y Puerto Rico.
Durante esos cuatro años alcanzaron el éxito más de mil merengues, pues solo 15 orquestas sonaron más de 400 hits en este lapso, entre ellas: Fernando Villalona, Alex Bueno, Aníbal Bravo, Aramis Camilo, Carlos Manuel, Wilfrido Vargas, Aníbal Bravo, Bonny Cepeda, Johnny Ventura, Milly Joselyn y Los Vecinos, Dioni Fernández, Luis Ovalles, La Gran Manzana y Juan Luis Guerra.

Algunas de estas grabaron hasta dos discos de larga duración (LP) en solo un año, es decir, que entre 1983 y 1986 se grabaron más de 3,000 merengues, entre éxitos y canciones que no sonaron.

Alex Bueno fue uno de los más aventajados, pues en cinco discos pegó 46 canciones de forma consecutivas. Su pegada fue sin precedentes y descomunal, a tal punto que fue el único en poner a pensar a Fernando Villalona. Una acogida similar tuvo el merenguero Sergio Vargas, convirtiéndose en un ejemplo para la juventud

La orquesta Internacional, dirigida por Ramón Orlando, alcanzó un impacto asombroso en los seguidores del merengue. De 1986 a 1991 consiguió más de 50 éxitos en sus primeros siete álbumes en las voces de ocho de sus 10 cantantes.

Sin lugar a dudas, Johnny Ventura es el merenguero con más hits, debido al alto volumen de su discografía, los cuales se aproximan a 400, tomando en cuenta que ha grabado cerca de 800 canciones. Cabe destacar que solo entre 1973 y 1977 grabó más de 15 discos de larga duración, una media de 3 por año.

Mientras que Dioni Fernández se convirtió en la escuela de los merengueros, forjando tantos líderes exitosos, siguiendo los pasos de su padre artístico, Wilfrido Vargas. Bonny Cepeda y Aníbal Bravo también fueron fábricas de nuevos talentos

En los 80, en cada hogar dominicano había un imitador de Aramis Camilo, exhibiendo el atuendo de los años 20 y 30 a lo Al Capone, vistiendo sombrero, lentes oscuros, guantes y su peculiar varita. O un Carlos Manuel (el Zafiro), con el cuello henchido de cadenas de plata, goldfield u oro. Y en los hogares de nutrida familia, emulaban a Los Hermanos Rosario, orquesta que impuso el baile femenino, pues muchas chicas querían ser como Francis Rosario. Otros se convertían de Los Kenton, tratando de igualar sus contagiosos y difíciles bailes.

Y las mujeres no podían quedar fuera de esta investigación. Sus aportes son innegables. Casos como los de Milly Quezada, Miriam Cruz, Belkys Concepción y Las Chicas del Can estarán registrados por siempre en nuestra historia. Ellas reivindicaron a la mujer en el merengue.

Milly es la única merenguera que se ha mantenido por 40 años en la música de forma ininterrumpida enarbolando la bandera dominicana en playas extranjeras. Ella ha grabado 246 canciones en cuatro décadas. Mientras que Belkys puso de moda las orquestas de mujeres y Miriam se impuso por su carisma y voz angelical.

Este libro enfoca de manera especial un fenómeno digno de análisis llamado Coco Band. El grupo, compuesto por jóvenes vocalistas desconocidos, como Pochy Familia, Silvio Sosa, Kinito Méndez y Bobby Rafael, hizo camino con un merengue refranero y pueblerino, conquistando así el gusto de los dominicanos. En toda la década de los 80 y 90 no hubo en el país una agrupación con tanta incidencia y respaldo. Coco Band fue la orquesta que más canciones pegó de forma consecutiva. En siete álbumes logró 64 éxitos musicales, entre los años 1988 y 1995.

Hoy, Pochy es el merenguero erudito, pues posee en su haber tres carreras universitarias y seis maestrías. Es contable, economista, abogado y sigue estudiando.

Sin embargo, Fernando Villalona es quien posee el récord de más pegada en porcentaje que haya tenido artista alguno en la República Dominicana. De 240 canciones que ha grabado, 196 fueron hits musicales, lo que se traduce en el éxito del 81.3% de su discografía, es decir, que sólo 44 de sus temas musicales no lograron triunfar, durante 43 años de carrera, de 1972 a 2015.

El merengue que se cultivó en la siguiente década tuvo una riqueza muy particular y un respaldo extraordinario de los hermanos Juan Hidalgo y Nelson Estévez y su empresa J&N Records.

La mayoría de las orquestas exitosas de los 90 fueron apoyadas por J&N Récords, como Los Toros Band, Kinito Méndez, Rokabanda, Peña Suazo, Rikarena y Eddy Herrera, entre otras

Kinito Méndez fue el más prolífico en los 90, convirtiendo en éxito todo lo que pasaba por sus manos. Fue uno de los fundadores de Coco Band, donde pegó 12 éxitos, luego creó a Rokabanda con la que logró 30 hits musicales y tres años después fundó su orquesta, con la cual se mantiene desde 1994 “haciendo merenguito pa’ comer y pa guardar”. Y si a esto le sumamos el auge de Rikarena, orquesta satélite de su propiedad, estamos hablando del productor de merengue más creativo de los 90. A este le siguieron Héctor Acosta y los Toros Band y José Peña Suazo con su Banda Gorda, quienes lograron más de 40 éxitos cada uno.

En la última década del siglo pasado el merengue se ha mantenido gracias a figuras establecidas como Eddy Herrera, Héctor Acosta, Sergio Vargas, Los Rosario, Rubby Pérez, Miriam Cruz, El Jeffrey, Fernando Villalona, Toño Rosario y otros importantes exponentes.

Pero no es menos cierto que en los últimos años nuestro ritmo adolece de respaldo, y hay muchas razones para que se produjera esa situación. Son causas que traspasan las fronteras de este volumen de Merengueros y forman parte de otra historia que podrá ser contada a su debido tiempo. Escribir este libro me ha tomado toda una vida, pero valió la pena, ya que fueron 15 años dedicados a la investigación que se convirtieron en las 516 páginas de esta obra de índole histórica, biográfica y cultural que hoy pongo a disposición del lector.

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